Tuesday, January 17, 2006

Otra historia sobre el Zaca

Tijuana, se ha hablado tanto de ella que escribo esto con pereza, con cierto hastío, pues yo no estoy enamorada de Tijuana ni mucho menos del Zacazonapan, pero es innegable que la City tiene algo, un no se que que inspira, deja marca, te obliga a observarla y cuando ya te aburrió viene el que sigue a adorarla por un rato. No pasará de moda.

Dicen que es una puta, pero su atractivo no decae con la edad, al contrario, la hace más mítica.
Yo también vivo en una ciudad que se vende, a los gringos principalmente, mas que ciudad es pueblo y en el fondo es un rancho crecidito.

Las historias de terror sobre Tijuana y su violencia afortunadamente no las he vivido, y aunque se que la cosa esta caliente no pensé que fuera mala idea aventurarme a ir por tercera ocasión al hoy famosamente hip y cool Zacazonapan Bar and Grill, y llevar junto conmigo a un par de amigos pueblerinos, entre ellos una amiga que casi no había pisado TJ pues cuando cruzaba de compras a USA tomaba la carretera cuota Rosarito-Tijuana, así evitando la ciudad, no necesitaba nada de ella.

Llegamos primero a una plaza donde los amigos se quedaron un rato escuchando a los mariachis mientras yo compraba cigarros y mentas.
Era una noche muy fría. Fume un tabaco y seguimos descendiendo hacia el Zaca. En cuanto dejamos la plaza sentí que el ambiente estaba algo excitado.
Una ola de gente caminando en sentido contrario al que íbamos nos recibió en cuanto doblamos por la esquina de la plaza. Entre ellos toda clase de personajes extraños y de aspecto antisocial. Un hombre sin piernas se impulsaba con sus brazos haciendo andar su transporte, que era una tabla con cuatro ruedas. Dos tipos con los ojos desorbitados nos miraban y no sabía si su expresión era de alarma o de amenaza, pero mas bien creo que era el criko que traían en el cuerpo. Llamábamos la atención de manera inusual y se lo atribuí a mis amigas sinaloenses, grandotas, una wera y una pelirroja, esta ultima vestida con una delicada blusa de satín negro abierta y un top ceñido a su cuerpo, no era nada extraordinariamente provocativo pero si destacaba entre las putas y nosotros que traíamos abrigos de lana abrochados hasta el cuello, pantalones de mezclilla y tenis.
Unos puercos golpeaban no se si a unos maleantes o inocentes porque con los puercos no se sabe y mientras mas mal pienses mas razón tendrás.
No serian los únicos policías que veríamos esa noche, no señor, ese día tendríamos nuestra buena dosis de seguridad publica.

Salimos del remolino de humanidad al que habíamos caído y entramos al hoyo fabuloso, encontramos una mesa en la pura entrada, con vista privilegiada a la escalera. Unos dólares para la rocola, una cahuamas Pacifico, los amigos mas relajados y listo, pensé, aquí nos estacionamos hasta que me harte de oír a Los Beatles, Mano Negra, Bob Marley y cuanta cosa nos escupiera la rocola, los clientes de la noche parecían tener buen gusto.

Estaba sirviendo la primer cahuama cuando note sin querer que un hombre de la barra estaba completamente prendido de mi amiga pelos rojos, no dejaba de mirarla e impulsado por esa atracción instantánea se paro a pedirle que bailara con el. Ella acepto y después de una canción quiso sentarse pero el hombre, prendido como estaba, no quería dejarla ir, tomándola del brazo y rogándole que se quedara ahí. Ante su negativa fue con ella a la mesa y ahí estuvo hablándole de amor.

Segunda cahuama y no se iba. Empezaba a incomodarme la presencia del enamorado, pues no era solicitada ni bien vista por nadie de la mesa, y la preocupación en el rostro de mi amiga me decía que algo andaba mal.

En alguno momento el pretendiente de la pelirroja se retiro a la barra, y desde allá la acosaba con la mirada. Ella fingía indiferencia pero su nerviosismo era evidente. Yo ya estaba en alerta.

Por la escalera de la entrada bajo un hombre de unos cincuenta años. Nos miraba a todos con cierto asco, cuando un mesero le pregunto que se tomaba este le contesto:
-Mira nomás como andas, que bárbaro, ya deja esa porquería te va a matar.
El mesero se encontraba evidentemente bajo la influencia del Cristal. Yo seguía observando al señor y este no cambiaba su actitud de repugnancia hacia lo que veía.
Del fondo salieron cinco policías con otros cinco individuos esposados. Mis amigos empezaron a dudar si estábamos en el lugar correcto, yo les decía que no se preocuparan pero la tensión en el aire era innegable.

Se acerco un mesero:
-Ahí esta la placa, abusados.
Dirigió la mirada hacia el recién llegado, con razón nos veía a todos así.
La cosa ya no me estaba gustando y entonces el enamorado de la noche le envió a la pelirroja una bebida preparada. Todos le echamos miradas de alerta: no te la vayas a tomar!! Quien sabe si tendrá algo aparte de alcohol y azúcar, un hombre desesperado es capaz de cualquier cosa.
Mis amigos empezaron a planear una estrategia para romperle una botella en la cabeza si se ponía pesado(después supe que en ese lugar eso es casi una sentencia de muerte).
Ella no tocó la bebida y el, ofendido por este rechazo, la abordó de nuevo. Y no solo a ella, también empezó a hostigar a mis amigos. Una fichera que ya había sacado a bailar a uno de nosotros quiso hablar con el pretendiente pero este no la quería escuchar. Nos estaba diciendo que el Zaca no es lo que todos creen, que a que clase de lugar nos habíamos metido y cosas por el estilo cuando siento un pellizco en el brazo de mi amigo que me dice:
-Es un puerco.
-Que!!!-Es un puerco, esta armado. Ve el chaleco negro y las botas.
-En la madre, es un puerco!!!

El puerco enamorado le alzaba la voz a la fichera que lo jalaba a bailar, en unos instantes decidimos salir de ahí y así fue. Alcancé a escuchar al mesero reclamarle al puerco:
-Ves! Ya me los corriste.
-Es que el Zaca no es lo que creen.

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