Saturday, September 23, 2006

Los libros de mi ma

Hay cosas que uno lee y no le sirven para nada, hay otras que le afectan de forma negativa y otras de forma positiva. La primera es la que yo prefiero, definitivamente, aunque también a veces sin querer aprendo algo de alguna lectura.
Mi madre (otra vez mi madre) me ha regalado cuatro libros en mi vida, y para ella serian los únicos que debería leer. El primero fue un libro para rezar el rosario, se llamaba Los misterios de Maria o algo así. Era un libro ilustrado donde se contaba la historia del embarazo de Maria por una luz, las complicaciones sociales que esto le trajo y su consecuente alumbramiento. Su vida junto a su hijo divino y su Asunción a los cielos (cuando decidió decirles ahí se ven a la humanidad).
Lo leí mucho en mi infancia, era obligación. Poco después, cuando hice mi primera comunión me regalo una Biblia, la cual amorosamente forro con una imagen de una niña recibiendo la hostia.
No la leí en ese entonces, naturalmente, que niña de nueve años lee la Biblia, pero como a los trece me dio por leer el Apocalipsis, así que le saque provecho.
El tercer libro que me dio fue Juventud en éxtasis. Como era un libro que trataba el tema del sexo no se atrevió a dármelo personalmente, sino que un día llegue y ahí estaba el libro sobre mi cama, sugiriéndome su lectura. Capte el mensaje y lo leí Si, hay daño neuronal permanente, pero no fue solo por ese libro sino que, trágico como se oye, leí además Un grito desesperado y La ultima oportunidad, todos se encontraban casualmente en los lugares donde yo estaba en mi casa, y terminaba leyéndolos como poseída de una extraña manía.
Mi experiencia previa con las letras era casi nula, cursaba primero de secundaria y solo había leído resúmenes de los clásicos como La odisea y los libros de texto de la primaria. No sabia pues, la clase de basura que estaba leyendo, pero siempre me quedaba una sensación extraña después de empaparme de la sabiduría practica de Carlos Cuahutemoc Sánchez. El era el escritor más popular de mi escuela. Tengo muy clara la imagen de una alumna que caminaba y leía a la vez. Se me hacia ridículo, pero después caí en cuenta que no estaba leyendo sino fingiendo leer para gustarle a cierto pianista que estaba muy guapo y que todas querían para ellas (no es por presumir, pero yo gane). Como además era muy serio y parecía intelectual la joven ingenua pensaba que así llegaría mas rápido a su corazón, hasta empezó a usar lentes para agradarle. La cosa es que la popularidad de Carlos Cuatemoc llego a todo mundo en ese tiempo, pero era muy curioso porque había una gran cantidad de alumnos que se imaginaban que iban a encontrar escenas sexuales fogosas en Juventud en extasis, obviamente se llevaban una gran decepción, pero creo que nadie hizo caso a los consejos del Sr. Sánchez, pues el sexo prematrimonial estaba a la orden del día, casi era preadolescente! El alto índice de embarazos no deseados entre las jóvenes del pueblo basta para una prueba. Lo malo es que muchos no volvieron a leer nada en toda su vida, por lo tanto mi teoría es que Carlos Cuahutemoc Sánchez es dañino para la salud mental.
De los tres libros que leí de él me quedan en la memoria algunas ideas, por ejemplo el sugería a las parejas casadas que fingieran amor hasta que lo sintieran, así es, que mintieran a sus parejas y a ellos mismos si era necesario con tal de no cometer el pecado del divorcio.
También recuerdo algo que se me hace medio torcido. En una escena situada en un hospital estaba la esposa del personaje en cuestión, y había llorado mucho por quien sabe que cosa. Entonces el esposo piensa que nunca la había visto tan bella, que el sufrimiento la hacia mas hermosa. Mmm, raro, raro.
Pero ya me extendí demasiado. El cuarto libro que me regalo mi ama fue La felicidad en el matrimonio, y estaba escrito por un religioso. La verdad no lo leí, me causo mucha desconfianza la procedencia religiosa del libro. Honestamente, no lo necesito.
Yo se que mi madre tenia las mejores intenciones al regalarme esos libros, pero desafortunadamente le salí completamente opuesta a lo que ella hubiera querido. Afortunadamente, ya se resigno.

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